Un post de nuestro CEO, Juan Millán, en el que comparte sus reflexiones acerca del efecto de la pandemia del COVID en la sociedad española, la recuperación de la crisis, y las oportunidades que se presentan. Forma parte de nuestra serie sobre el COVID-19.

Si hay un tema que genera controversia es cómo va a ser la recuperación de la crisis. No solo porque existen incertidumbres globales (qué va a pasar en las elecciones estadounidenses de noviembre, si habrá un posible rebrote), sino por lo muy característico español de verlo según nuestras gafas ideológicas.

Hoy me atrevo a compartir mis gafas particulares:

  • La caída ya es y seguirá siendo histórica en términos de PIB y de destrucción de empleo.
  • Esta destrucción de empleo coincide con shocks en el mercado laboral como la automatización, la inteligencia artificial (IA), la globalización, etc.
  • Nuestra dependencia de sectores como el turismo donde España ocupa el podio mundial nos hace más vulnerables a una crisis que implica restricciones de movilidad.
  • Nuestra ausencia de políticas industriales propias genera dependencias internacionales (por ejemplo, que la toma de decisión esté en otros países con sus propias agendas). Casos como el de Mercadona demuestran la importancia estratégica de contar con campeones que puedan arrastrar a otras empresas.
  • La aplicación que se ha hecho del sistema autonómico no se corresponde con una administración ágil. El hecho de no tener datos, ni personal experimentado en big data ha puesto al descubierto las enormes carencias del sistema. Esto afecta a la gestión realizada por los dos partidos nacionales y los nacionalistas en sus respectivas comunidades autónomas.
  • Nuestra exposición a Iberoamérica, donde nuestras empresas han concentrado mucha de su expansión internacional, nos hace muy dependientes de las decisiones que los políticos locales (principalmente AMLO y Bolsonaro) tomen en sus países.
  • El tamaño y capacidad innovadora de nuestras pymes nos hace más débiles para adaptar inversiones en digitalización (blockchain, IA) que serán herramientas básicas de competitividad en la economía post-COVID.

Sin embargo, hay cierto optimismo de cara a la recuperación del crisis. Tras la crisis financiera de 2008 España consiguió transformar su economía reduciendo varios de los enormes desequilibrios en la balanza comercial. Así, hitos como superar a  Francia o a Reino Unido en el porcentaje sobre el PIB nos hablan de la enorme capacidad de transformación de las empresas españolas. La reducción del coste del petróleo temporalmente juega a favor de la economía pero no debería desincentivar el desarrollo de energía sostenible y económica.

Por otro lado, el liderazgo de las empresas españolas en infraestructuras permite augurar un aumento en la cartera ante los previsibles planes de estímulo nacionales para reactivar sus economías (por ejemplo, el de Australia).

Sin olvidar, que nuestra estratégica posición para acceder al continente africano nos da una oportunidad histórica para diversificar mercados y subirnos a la ola de los tigres africanos.

Esta crisis nos trae una oportunidad: aprovechar nuestras excelentes infraestructuras tecnológicas para atraer talento “teletrabajador” que quiera disfrutar de buen clima. Requerirá de políticos con visión, pero la oportunidad está.

Por último, nuestra industria de alimentación ha mostrado ya de lo que es capaz (en 2019 creció un 6% en un entorno de ralentización de la economía). Sin duda, este porcentaje crecerá en los próximos meses.

Como siempre decimos, “hay razones para el optimismo”, entendiéndolo como resultado de un análisis y de fijar una estrategia y de un simple deseo.

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